jueves, 10 de julio de 2008

PLAN 9-CINE / PANORAMA BAFICI

PANORAMA BAFICI
1º parte


(Apenas unos apuntes apresurados
en el bar del festival...)



-Sad Vacation (Shinji Aoyama)
Basada en una canción de el ex New Yrk Dolls Johnny Thunders, Sad Vacation es un jubilosamente irresponsable ejercicio de transformar cotidiano en lunático. El uso de jumpcuts (avanzar algunos segundos dentro de la misma toma) potencia el tono de irrealidad dle relato, y crea un efecto de estilizaciíón altamente hipnótica. Ecelente.



-La question humaine (Nicolas Klotz)
Densísima exploración del mundo corporativo, y las consecuencias que implica triunfar a cualquier precio. El protagonista va descendiendo por todos los círculos del infierno –el exterior y el interior, ése es el más terible- hasta no poder hacer pié en nigún aspecto de la realidad. Interesante y compleja, pero inferior a la superlativa La Blesseure.



-En la ciudad de Sylvia (José Luis Guerín)
Una de las favoritas de Plan 9. Un joven pintor recorre las calles de Estrasburgo –en el límite entre Francia y Alemania- buscando infructuosamante entre todos los rostros femeninos a su viejo amor.. Relato en fuga, zigzagueante, aprentemente azaroso, poético.



-Ballast (Lance Hammer)
No es común que se hable de los postergados entre los postergados de los EE. UU.: los habitantes negros del Delta del Mississipi. Hammer lo hace, logrando un film crudo, seco, por momentos atroz, sobre los que ya no tienen nada que perder. La miseria extrema vuelve al hombre contra su prójimo. En esta guerra no declarada, no hay vencedores.



-Profit move and the whispering wind (John Gianvito)
Hasta ahora, EL documental del Bafici. Sólo planos de lápidas que testimonian las luchas sociales, raciales y coloniales en Norteamérica. Allí abajo, en el subsuelo de las imágenes –inusualmente poéticas y volátiles- laten ríos de sangre; sangre todavía no acallada, de la que (si estamos atentos) se puede percibir sus ecos en cada acto anti-globalización, en cada manifestación por la paz, la igualdad y el respeto por ser humano.



-Stellet Licht (Carlos Reygadas)
Luz silenciosa es realmente el título más apropiado para ésta obra de Reygadas (Japón, Japón; Batalla en el cielo) ¿Hace falta abundar en las influencias de Dreyer, especialmente en una escena clave? ¿Se puede hablar de las mínimas graduaciones de la luz diurna en todo el relato? En auscencia y en presencia, es la luz la que dá forma a los personajes, haciéndolos respirar. El director sortea diferentes obstáculos (la solemnidad, el tono local, el realismo mágico, lo pintoresco) para desarrollar un relato circular tocado por un hálito religioso.



-Correction (Thanos Anastopoulos)
Protagonizada por Jorgos Simeonidis –hasta hora, el mejor actor del Bafici, sólo queda prestar atención a su mirada desesperanzada-, Correction es un film que se hace preguntas sobre el pasado, pero preguntas que jamás podrán ser respondidas en el presente. La austeridad es el signo preponderante en el film, descarnado y contundente. La cámara, en planos cerrados, vá siguiendo al protagonista en su derrotero, intentando unir los trozos dispersos de su pasado. Pero esta empresa es, como en todos nosotros, imposible; y el final abierto nos deja con más preguntas que respuestas.



-Up the Yangtzé (Yung Chang)
La represa de las Tres Gargantas es la obra hidroeléctrica más grande del mundo, Y ya ha inspirado tres films, que yo sepa: Dong, y Still Life, de Jhia Jang-ké, y Manufactured Landscape, de Jennifer Baichwall. Aquí, Yung Chang –un canadiense de origen chino- nos lleva de paseo en un crucero por el Río Amarillo, en un registro que oscila entre la ficción y el documental, mostrándonos, con melancolía y rigor, los efectos de la entrada brutal al capitalismo de la nación china, y sirve como adiós –de hecho el viaje se llama “Crucero de la despedida” - a una china milenaria que entra de pleno en el siglo XXI. Y lo que vemos es apenas el primer paso de un proceso cuyos efectos todavía no podemos predecir.



-Avant q’ je oublie (Jacques Nolot)
Acaso de lo más flojito que he visto en el festival, hasta ahora. Si bien la historia es interesante (un cinuentón con HIV rememora códigos y experiencias del universo gay, antes de que caigan en el olvido, como dice el título), por momentos el fim cae en lo discursivo y en lo teatral, estructurándose como una serie de entrevistas que el protagonista realiza con diversos personajes afines a su pasado.



-El país del diablo (Andrés Di Tella)
Podría también llamarse –nunca mejor dicho- el país que no miramos. O que no queremos ver. El genocidio indígena es tratado por Di Tella de manera soberbia, focálizándose en la figura de Estanislao S. Zeballos, ideólogo de la masacre perpetrada por el general Roca. Al final de su vida, Zeballos dudará, pero, claro, ya es tarde. Hay algo de azaroso en el recorrido de Di Tella por las zonas que pertencen al Antiguo País del Diablo –sur de la provincia de BS. AS. y La Pampa- y esa trayectoria zigzagueante la da al documental un tono espontáneo, fresco; una obra hecha en el camino, de la que somos testigos privilegiados, compartiendo la mirada del director sobre una tragedia silenciada.



-Help me Eros (Lee-Kang Sheng)
El actor fetiche de Tsai Ming-liang ya había debutado en este rol con The Missing (2003). Aquí, Lee –de visita en el festival- desarrolla una historia anclada en los escenarios vaciós y alucinantes de Taipei, con su oferta de sexo callejero. Precisamente el sexo y el humo de marihuana, cultivada con amor en un placard, alivian un poco los sufrimientos del protagonista, un antihéroe condenado desde el principio a la tragedia. Si bien el film tiene sus méritos (unos hermosos planos de una Taipei fantasmal, con una música dulce y triste a la vez como fondo, por ej), se nota que a Lee la falta mucho camino que recorrer para encontrar una voz propia . Es de esperar que sea así, talento para la puesta en escena no le falta.



-La trinchera luminosa del Pte. Gonzalo (Jim Finn)
Desopilante mockumental (falso documental) sobre unas supuestas guerrilleras de Sendero Luminoso encerradas en un penal de Perú. Las mujeres siguen repitiendo las teorías y tácticas de la guerra revolucionaria (Mao dixit), pero como gestos vacíos de sentido, apenas meras cáscaras de un sentimiento que alguna vez tuvo su validez; pero ahora, en otro contexto -mediante la cámara pretendidamente indiscreta de Finn, que remarca la exageración- estos rituales devienen risibles.



-La Bresseure (Nicolas Klotz)
Hasta ahora, la mejor película del festival para Plan 9. Un relato lacerante y descarnado sobre la xenofobia, el racismo y el desprecio. La pobre Blandine –inmigrante congoleña, que llega a Francia huyendo de la represión en su país- es y será una víctima vaya donde vaya: es negra, y evidentemente su color de piel hace la intenten deportar apenas llega, la golpeen, la humillen. “Huí del Congo porque la policía me golpeaba; llego aquí y un policía me arrastra de los pelos. ¿Dónde tendremos refugio nosotros?” dice Blandine (una actriz no profesional) y sus ojos expresan toda la tristeza del mundo. El director la abraza y la contiene a través de la cámara, manteniendo el plano sin corte, dándole todo el tiempo para que ella y todos los demás inmigrantes africanos que la acompañan expresen su dolor y humillación casi sin palabras. Por eso La Blesseure es un film a la vez ficcional y documental, una fogata encendida contra la masacre de la sensibilidad.



-The man from London (Bela Tarr)
Otra de las favoritas del festival para Plan 9. The man... es un pucherito donde no falta nada: la estética de Bela Tarr, maestro indiscutido del montaje dentro del plano; el casting insuperable (sólo ver esas caras trabajadas por el tiempo ya conmueve); la novela de Simenon –amado por quien esto escribe, que lo considera el Balzac moderno-; la música que hace volar muy, muy lejos; los detalles de puesta en escena que lo confirman como un artista. Sin alcanzar las alturas de Satantango, el film demuestra que Tarr es un director insistituible..



-Yo (Rafael Cortés)
El aliento de Poe y especialmente Kafka aletea en esta historia hermética, tan perturbadora como ambigua. El film está estructurado como un laberinto, alrededor de un vacío. Pero esa falta de centro no le juega en contra; al contrario, expande las posibilidades de misterio del film, deconstruyendo la noción de identidad, lanzando al personaje a un limbo sin nombre.



-Val Lewton: The man in the shadows (Kent Jones)
¿Quién fué Val Lewton? Mítico productor de la RKO, puede ser considerado perfectamente como un autor-productor. La mayoría de los títulos que produjo se inscriben dentro de la “Clase B”, films hoy imprescindibles para comprender la historia del cine. El crítico y teórico Kent Jones (que nos visitó hace algunos Baficis para hablarnos de la influencia de Ford a todos los fordianos reunidos en una sala del Hoyts), rescata su figura, hoy injustamente olvidada, haciendo un excelente paralelismo entre su vida y su obra.



-Savannah Bay; Ins Leere; Jeztz und alle Zeit; Sag es mir Dienstag (Astrid Ofner)
Se puede decir: los mejores cortometrajes de festival, hasta ahora. Los tres primeros están estructurados sobre el cuerpo: las diferentes posiciones, sus despliegues en el espacio, su mostración u ocultamiento. El segundo y el tercero –una sesión de sadomasoquismo y los hábitos austeros de unas monjas de clausura- son en realidad un único film. El último está basado en las cartas de amor de Kafka, tiene música de Webern, y es un recorrido elusivo por las calles de Viena en Super 8, con una magia inatrapable.


-You, the Living (Roy Andersson)
Dinamitar los mecanismos internos del gag. Caminar por el borde sinuoso del horror y la comicidad. Preguntarse: ¿de qué cuernos me estoy riendo, si esto es terrible? La vida desnuda, en toda su miseria. Pero en vez de convocar a la lágrima, Andersson hace una escultura desopilante con las penas humanas. No es poco.



-The Himmler proyect (Romulad Karmakar)
Basado en un discurso histórico, narrado por medio de una video-lectura por parte de su actor fetiche, Manfred Zapatka, Karmakar realiza una operación de deconstrucción de un lenguaje, situando al discurso del jerarca nazi en otro contexto. Interesante y extremo.



-Joy Division (Grant Geere)
¿Qué se puede decir sobre el primer Gran Dark? El poeta torturado que fué Ian Curtis sigue desgarrando las almas 28 años después de muerto. Y este film es la demostración fehaciente que a veces la muerte es una burla, un guiño para alcanzar la eternidad.



-The filth and the fury (Julien Temple)
El gran documentalista del punk retrata a los Sex Pistols envenenando la maquinaria humana a través de reportajes, dibujos animados, shows de televisión y detritus massmediáticos varios. La banda que Inició Todo es mostrada como un grupo de salvajes con unas ganas bárbaras de patearle el culo al mundo y a Dios (“Si un día lo veo a Dios le parto la cara”, dice Rotten), pero usados inescrupulosamente por su manager.


BAFICI 2º Parte


(Últimas acuarelas al pié del festival.)



HASTA SIEMPRE, WOODY

-Joe Strummer, the future is unwritten (Julien Temple)

A principios de la década del ’70, un hippie pelilargo, Woody Mellor, tocaba canciones folk en los subtes de Londres. Su verdadero nombre era John Graham Mellor y era hijo de un diplomático. Le gustaban mucho los sobrenombres, así que luego de probar con una banda llamada The Vultures (Los Cuervos), luego The 101’s, decidió cambiárselo por el de Joe Strummer (“Joe Rasguido”, porque era lo único que sabía hacer con la guitarra). Y formó The Clash.
El rockumentary de Julien Temple (The filth and the fury; Glastombury) es uno de los mejores documentales que he visto en mucho tiempo. Temple lleva el vértigo de la música punk al cine: velocidad, contundencia, minimalismo. Y especialmente, hacer mucho con muy poco. Basándose el principio de que nada es basura, Temple se vale de todo: entrevistas, dibujos animados, shows de televisión, extrapolaciones varias, spots, filmaciones caseras. Con todos estos ingredientes arma un cóctel fuerte, ideal para colocarse al instante. Los invitados que desfilan por el film para decir su palabra sobre Strummer (a la luz de una fogata, símbolo del lugar en el mundo del protagonista) es interminable: Ron Wood, Martin Scorcese –relatando que escribió el guión de Toro Salvaje escuchando a los Clash-, Bono de U2, etc. Y cada uno de ellos es el fragmento de ese espejo roto que intenta vanamente de reflejar toda la vida de un hombre.
Durante un momento de documental, suena Bob Dylan con It’s All Right Mama, I’m only Bleeding, y no es casual; tanto el Gran Bob como Strummer eran devotos del gran trovador americano por antonomasia: Woody Guthrie (de allí sacó Strummer su primer sobrenombre). Documento social, político, artístico, verdadero diagnóstico sobre el estado de la música actual, The future is... sirve también como despedida a una persona irremplazable, a la que uno hubiera querido tener de amigo, y nos habla a cada uno de nosotros del rock como un estado particular del cuerpo, que atraviesa la palabra.
Eduardo Chinasky


VUELVE, TERNURA, VUELVE PARA QUEDARTE

Luca (Rodrigo Espina) Pasaje Carlos Gardel, sábados al aire libre.

"Estoy sentado en esta pequeña habitación, no tengo compañía esta noche. ¿Qué voy a hacer? Me voy a llenar el vaso de algo y contarles un poco de mi vida".
Quien habla es Luca Prodan, en una de las tantas grabaciones que envió a su familia y que aparecen en Luca, el documental de Rodrigo Espina que permite correr el velo de este mítico personaje. "La película permite bucear en la poética de Luca, con sus logros, sus lados oscuros, sus partes más humanas", dice el director, quien trabajó más de 14 años en este proyecto.
¿Quién era la persona detrás del personaje? "Era vasto, complejísimo", cuenta Espina, que también fue su amigo. "Si lo pescabas de mal humor, lo mejor era alejarse, pero, de pronto, era un dulce. Sobre todo era alguien con quien no podías perder el tiempo. Desde que llegó a la Argentina sabía que sus minutos estaban contados". Todo lo importante y frustrante que fue para Luca la relación con su padre, su fantasía de formar una familia, sus mujeres, el conflicto generacional de los 60, así como la huella que dejó en cada persona que se cruzó en su camino quedan expuestos en el excelente documental de Espina.
Vivimos en un mundo donde siempre hay expertos que intentan comprender las cosas para utilizarlas después desde el punto de vista comercial. Y Luca escapaba a estas capacidades, y los proyectos comerciales que se intentaron alrededor de él fueron un fracaso total. Lo interesante de esta película, desde el momento en que el director tuvo la valentía de dedicarse realmente a Luca -al principio iba a ser más sobre Sumo, pero al final no consiguieron el derecho de sus temas más famosos y cambió de rumbo-, es que juega con las mismas cartas que Luca habría usado.
Algo que llamó la atención fue la participación de las mujeres de Luca."Al principio pensé que iba a ser un punto débil, pero fue muy bueno, porque realmente fueron importantes en su vida, y ahí se ve el lado femenino de esta persona tan masculina sobre el escenario. Al mismo tiempo, es buena la presencia femenina en el mundo del rock, siempre basado en códigos varoniles. La sensibilidad de lo que dice una mujer es más resonante de lo que puede decir un hombre", agrega Andrea, su hermano.
La Navidad del 87 fue triste. A los 34 años, el 22 de diciembre, Luca fue encontrado muerto, víctima de una cirrosis hepática. "Vuelve ternura, vuelve para quedarte, sos mi luz interior", dice su último escrito.
Chinasky


EXPERIMENTO FORMAL


-The Rebirth (Masahiro Kobayashi)


Uno de los film más arriesgados y singulares del festival.Consta de una suerte de cinta de Moëbius, repitiendo una y otra vez la misma secuencia: un hombre mayor -que perdió a su hijo- va a comer al restaurante un hotel, allí trabaja la otra protagonista del relato, también atravesada por una pérdida; luego el anciano come, va a bañarse, la empleada limpia los enseres, el hombre lee algo antes de dormir. Nada más.
Escenificado en ambientes yermos, con mínimo mobliliario, las rutinas vanas de sus agonistas -que impiden un verdadero acercamiento- tejen una historia íntima, reconcentrada y alejada de los códigos genéricos del cine. Desprendiendo a las imágenes de las ataduras de la representación tradicional y estancada, las variables del relato se reducen al mínimo, y esa condición minimal de la puesta se mantiene plano a plano, retratando una y otra vez la misma ¿historia? De hecho, su duración es más o menos uniforme, pero no como un ejercicio formal; permitiendo al espectador realizar una relación comparativa y no valorativa entre las secuencias, hilándose un mantra de imágenes. Realizando entonces lo que Sergei Lonitsza y James Benning realizan en el documental -pero aquí en la ficción- Kobayashi construye un film que se inventa su propio sistema. Y en él navega airosamente, aunando distintas percepciones, hasta llegar a la excelencia.
Eduardo Chinasky


LA VIDA AL LÍMITE

-Tirador (Brillante Mendoza)

El relato abre con un impresionante plano secuencia -de aproximadamente diez minutos- de una redada policial en un edificio ocupado. Y es una excelente forma de adelantar lo que veremos en la escasa hora que dura el film. El título menta a los "tiradores", pequeños delincuentes en las barriadas de Manila, y transcurre sobre el trasfondo de la campaña electoral de 2007, en medio de un ambiente marcado por las manifestaciones, la corrupción y la lucha diaria por la supervivencia
El excelente manejo de cámara, la puesta en escena y la precisión del montaje consiguen contar el caos de la marginalidad narrado a través de detalles. El director, atinadamente, no capta más que algunas situaciones de una seguidilla de minirelatos, cuyos comienzos y finales no están marcados más que por la presencia de la cámara, porque las vidas de los personajes son más amplias que la historia. De esta manera, no hay golpes bajos, no hay un regodeo en el sufrimiento, ni una estetización de la violencia; hay ganas y garra para mostrar las cosas como son. El mayor logro del film es que Brillante Mendoza no manipula sus imágenes y la constante cámara en mano es un testigo más de las situaciones que intenta -a veces de manera premeditadamente desprolija- captar en sus pormenores. Incluso, muchas veces corta dentro de un mismo plano, para dar sensación de inmediatez y urgencia.
Las historias (o, mejor, fragmentos, recortes) de los distintos personajes se van hilando y mezclando desordenadamente en Manila, una ciudad que se muestra caótica. La diferencia con otras producciones es que Tirador no juzga, muestra. No interpela a quienes hacen largas colas para recibir algo de algún político inescrupuloso, no juzga a quien manotea una cadenita en la calle y sale corriendo, no juzga a quien se roba un reproductor de DVD para cambiarse la dentadura. Una perla del Bafici.
Eduardo Chinasky


EL DESIERTO DE LAS VÍCTIMAS

-Night train (Diao Yinan)

Liu Dan (gandora del Bafici en el rubro mejor actuación femenina) y Qi Dao protagonizan esta historia acerca del deseo, la soledad, la venganza y la justicia. Una mujer solitaria trabaja como administrativa para un tribunal judicial que maneja varias penas capitales. Y, con frialdad, debe ejecutar a los condenados. Pero nada es gratis: la presión de quizá uno de los peores trabajos posibles la aísla cada vez más del exterior. Hasta que conoce a alguien. Y resulta ser el esposo de su última víctima. De allí en más se abren toda una serie de paralelismos entre estos dos personajes. La puesta en escena, por otra parte, remite a Antonioni: El desierto rojo, particularmente. La mujer aplastada por la rutina, una vida monótona, y el paisaje industrial que parece arrasado. Pero aquí sin devaneos pseudo-psicoanalíticos o existenciales. Sólo las almas sobrepasadas por un paisaje demoledor. Yinan escenifica soberbiamente la tensión entre víctima y victimario, hasta llegar a un final abierto que estremece.
Eduardo Chinasky


¿DÓNDE ESTABAS EN EL ’77?

-The filth and the fury (Julien Temple)

Este individuo con la mirada perdida está preparado para la llegada de la muerte. Al parecer, Julien Temple llevaba dos décadas sin dormir tranquilo por un pecado cometido treinta años atrás. En aquella época, en 1977, consumó una locura de juventud prácticamente imperdonable. El magno pecado de juventud de Temple se llamaba The great rock and roll Swindle (La gran estafa del rock and roll), y The Filth and The Fury (La mugre y la furia) es la penitencia. «Una deuda —explica el espigado Temple, víctima de ese vicio tan extendido entre la gente acostumbrada a tratar con las estrellas de rock: vestir como si fueran una de ellas— que tenía que saldar con todos los Pistols, pero especialmente con Johnny (Rotten) Lydon, un tipo muy inteligente al que aprecio muchísimo. The Great Rock and Roll Swindle era la visión de McLaren sobre los Sex Pistols. En esa época yo no me daba cuenta de lo que estaba haciendo, pero la perspectiva histórica te ayuda a entender que lo que se cuenta ahí es falso, que la gente a lo largo de los años sólo ha tenido esa película para saber qué pasó en Inglaterra en el 77. Así que decidí hacer The Filth and The Fury para completar ese documental sobre los Pistols. McLaren ya tuvo su espacio en The Great Rock and Roll Swindle y ahora era el turno de los muchachos. Y, por otra parte, después de 20 años había datos y un distanciamiento imprescindibles para hacer una buena película sobre la anarquía, la música, la sociedad británica de finales de los 70 y el arte en general».Para entender esta nueva entrega del folletín Pistols es muy recomendable ver el filme que en su día financió el controvertido McLaren. Posiblemente no todo el mérito fuera de él y de su compañera, la diseñadora Vivienne Westwood. Pero lo cierto es que si se comparan las declaraciones de hace tres décadas del manager —justificando ideológicamente las canciones, la actitud o la imagen del grupo— con lo que ellos dicen en The Filth and The Fury, se llega muy fácilmente a la conclusión de que John Lydon y sus compañeros han logrado, después de muchos años, comprender qué hacían y qué significaron en su época de esplendor. Pero que, en el momento, el motor era realmente el malo de la (nueva) película: McLaren.En cualquier caso, en este film —con instantes magníficos como la emotiva (de verdad) entrevista inédita de John hablando de su relación con Sid Vicious (a contraluz, en la que el cantante de los Pistols termina moqueando) o el intento de conversación con el mítico bajista (ventajas de morir antes de hacer la gira de reunión en la que todos terminan cayendo)— se consigue uno de los propósitos esenciales de su autor: contar parte de la historia de la juventud de la segunda mitad del siglo XX.«El filme —explica Temple— no es un rockumental, eso es lo último que quería hacer. En él hay referencias a Ricardo III y otras obras de Shakespeare, porque la historia de los Pistols y de muchos grupos de rock actuales tienen mucho de drama épico. Ellos, en el 77, consiguieron cambiar más cosas o, al menos, que la gente se fijara en asuntos que hasta ese momento el rock había ignorado. Fue algo muy muy grande que por culpa de las personas que les rodeaban no siguió adelante. La letra de Pretty Vacant o Anarchy in UK no la escribió el manager del grupo, sino ellos, y ese sonido único, que después todo el mundo imitaría, también era cosa de los Pistols. Pero es que, además, gracias al punk se transmutaron otras manifestaciones artísticas. La música cambió radicalmente, pero el arte, el teatro e incluso la forma de hacer cine se transformó».Con este filme, Temple asegura que ha cerrado el capítulo Pistols: «No quiero —explica— parecerme a esos hippies pesados que están toda la vida hablando de aquel tripi que se tomaron en un concierto de Grateful Dead». En cualquier caso, reconoce que aquella época le dejó muy marcado. Por ejemplo, ¿qué grupo de los últimos 15 años le parece que ha podido ser tan importante como ellos? «Pues si te soy sincero, ninguno. Los Pistols eran totalmente innovadores, pero lo demás… Nirvana, por ejemplo, se basaba en el punk y… no sé… Primal Scream me parecen geniales, podían haber llegado muy lejos y ser realmente revolucionarios, aunque a lo mejor no les interesaba. La presión de hacer historia es muy dura».La imagen de decenas de portadas de rotativos de finales de los 70 con titulares hablando sobre el «escándalo» Sex Pistols es uno de los momentos clave (por su valor histórico) de The Filth and The Fury. Unos minutos de metraje que no tienen el valor emocional de un Johnny Rotten lloroso, recordando viejos tiempos, o una Siouxie jovencísima bailando pogo en un concierto suyo, pero que ayuda a entender la influencia de este grupo en la historia (no sólo musical) del siglo pasado.Y es que los Pistols eran más que una banda que intentaba luchar contra la hegemonía de las bandas de rock sinfónico de su época. Ellos acuñaron el lema del hazlo tú mismo, que tantos artistas (plásticos, de artes escénicas, literarios y musicales) seguirían años más tarde; Sid Vicious fue pionero en el baile del pogo; reaccionaron contra la política social nefasta para las clases trabajadoras que al poco continuaría Margaret Thatcher... Pero lo curioso es que recibieron la atención de la prensa y acapararon las portadas de los diarios serios de su país, porque fue el primer grupo que dijo «fuck» en la televisión británica (lo cual le costó al espacio Today Programme su suspensión).Hasta ese momento, que supuso el despegue definitivo de los Pistols (compuestos por Johnny Rotten, Steve Jones, Paul Cook y Glenn Matlock, que en el 77 sería sustituido por Sid Vicious), el camino había estado lleno de coincidencias. En el 75, Rotten paseaba por King’s Road con una camiseta que ponía «Odio a Pink Floyd», uno de los secuaces de McLaren y Westwood le vio y lo arrastró hasta la tienda que tenían al final de la calle. McLaren unió a aquel chico lleno de resentimiento social con el resto de la banda y, en el 76, publicaron su primer single: Anarchy in The UK. Un año más tarde salía su (único) álbum, Never Mind The Bollocks. Para entonces, ya estaba definida la estética de los Sex Pistols que, según el propio McLaren, tenía una deuda clarísima con algunas de las bandas neoyorquinas que por aquella época rulaban por el CBGB. La meteórica carrera de los Pistols terminó un año después, precisamente en EEUU -supuestamente por la influencia nefasta de la novia de Vicious, Nancy Spurgen, o, según se deja entrever en The Filth and The Fury, por la mala gestión de McLaren- y lo demás es leyenda.
EDUARDO CHINASKY


EL DESTELLO DE LA GENIALIDAD

-Return of the scene of crime; Capitalism: child labor (Ken Jakobs)

Una experiencia cinemátográfica límite: el creador de la Nervous Magic Lantern (titilar de luz blanca entre fotograma y fotograma que produce un destello hipnótico) desmenuza una escena de un film de la Biograph de 1905, en todas sus variantes posibles, multiplicando los centros de atención, y haciendo de sólo cinco segundos un film de una hora y media. Interpelación a las formas del cinematógrafo, Return...es una nanera lúdica de conversar con las personas del pasado, dándole un lugar que no tenían originalmente. Esos personajes anónimos nunca pensaron que iban a estar en el centro de la escena. Jacobs las rescata y les dá un lugar predominante. Así el presente y el pasado del cine dialogan, poniéndose Jacobs en el lugar del cineasta primitivo, expandiendo las posibilidades del cine.
Eduardo Chinasky


PRODUCTO VIEJO, EN ENVASE NUEVO

- Dead’s Man Bluff (Aleksei Balavanov)

El caso de Balavanov es bastante paradojal: empezó haciendo sus films más arriesgados y artísticos en los principios de su filmografía y su cine fué derivando hacia un costado cada vez más comercial. En el caso de Dead Man Bluff, Balavanov se arrima hacia la fórmula: ultraviolencia + códigos mafiosos + matones medio tarados + música pop + universos que sólo remiten a sí mismos= Tarantino. Por más que él lo haya negado en varios reportajes, la “influencia” es evidente. Bien filmada, pero muy poco original. El público -adolescentes muuuy cool, claro- festejaban cada balacera y cada persecución de una historia que les habían vendido como nueva.
Eduardo Chinasky


POEMA

-La orilla que se abisma (Gustavo Fontán)

Y el mundo es a esta hora
altar inmenso
en donde la gratitud de los seres
-ofrenda tan santa acoge
sin pedir nada: sin mariposas, pàjaros ni flores-
recibe en la inmensidad deshabitada,
en el lienzo en que se pintan las auroras,
en la profunda oscuridad
que semeja condecoraciòn de los abismos.
No, no es la flauta del dios
la que desesgrana la perlas de su llanto
sinó -apenas- musical lamento.
Eduardo Chinasky (sin querer compararse con el Juanele, claro)


FANTASÍA GLAM

-Go Go Tales (Abel Ferrara)

Dicen que en toda fiesta hay siempre un colado: el último film de Ferrara – un director que venía de obras muy flojas- es un vals de fluidez cinematográfica; una historia ágil chispeante, con aroma a cine clásico, y Willem Dafoe en su mejor forma. Remitiendo desde el principio a un universo cerrado, sin tomas exteriores (un night-club al borde de la bancarrota), el relato no decae en ningún momento, el pulso de Ferrara para el ritmo no afloja. Film-anti festival, inspirado lejanamente en The Killing of a Chinese Bookie de John Cassavettes, es un soberbio espectáculo de vaudeville barato, de actuaciones desaforadas, de canciones cursis. Comicidad, glam, emoción. Un Ferrara en estado de gracia.
Eduardo Chinasky


LA MAGIA DE LAS VISIONES

Wadley (Matías Meyer)


Un joven sin nombre ni pasado se adentra en el desierto mexicano. Caminará por la infinita llanura – un paisaje aplastante-, en busca de un tesoro. Y lo encontrará: escondido entre unos arbustos, bajo el sol inclemente, está el hongo del peyote. Lo lavará e ingerirá su caldo. Si se puede decir que durante esta primera parte del film el espectador está incliudo en el díalogo con la ficción, a partir de ese momento muta a mero testigo: no sabremos jamás qué es lo que el joven ve en sus experiencias místicas. Sólo veremos sus efectos. Allí opera entonces una división. En Wadley el testigo de ritual se sumerge en una trama de tiempos tan distantes como diferentes al corriente, que por momentos convergen o se ignoran mutuamente para dar luz a las imágenes o reforzar su significado, superando el mero realismo formal para atender esa “otra” realidad asentada en el campo ilimitado de los sueños.
Eduardo Chinasky


PREFERIDAS DEL FESTIVAL, PARA PLAN 9
(por ahora, ya vendrá un anális más en profundidad)

-Encounters at the End of the World (Werner Herzog)
-La plante humaine (Pierre Hebért)
-La blesseure (Nicolas Klotz)
-La orilla que se abisma (Gustavo Fontán)
-The man from London (Bela Tarr)
-Gilliap (Roy Andersson)
-Wadley (Matias Meyer)
-Night Train (Diao Yinan)
-The rebirth (Masahiro Kobayashi)
-I´m not there (Todd Haynes)
-La trinchera luminosa del Presidente Gonzalo (Jim Finn)
-United Red Army (Koji Wakamatsu)
-Paranoid Park (Gus Van Zant)
-Imatra. Confini d´Europa nº 3 (Corso Salani)
-Ploy (Pen-ek Ratanaruang)

DOCUMENTALES:

-Joe Strummer, the future is unwritten (Julien Temple)
-Profit motive and the whispering wind (John Gianvito)
-El país del diablo (Andrés Di Tella)



“Bastaría que el párpado blanco de la pantalla pudiera
reflejar la luz que le es propia
para que hacer saltar al universo”

(Luis Buñuel, “El cine, instrumento de poesía”)



Este ejemplar está dedicado a la memoria de:
Richard Widmark
1926-2008

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