sábado, 11 de octubre de 2008

LA PRÓXIMA ESTACIÓN



HUBO UN TIEMPO EN QUE FUÉ HERMOSO

LA PRÓXIMA ESTACIÓN

(Historia y reconstrucción de los ferrocarriles)

Dirección: Fernando “Pino” Solanas.
Documental, 2008. Duración:115 min.


El último documental de Pino Solanas (el cuarto de una serie testimonial de cinco largometrajes, que, partiendo de la crisis del 2001, aborda el tema de las reservas morales e intelectuales de la Argentina), relata la historia de los ferrocarriles en la Argentina desde su origen, en 1857 –el Ferrocarril del Oeste- hasta su privatización y desmantelamiento en la década del `90. Fué en esa década (infame) cuando ochenta mil trabajadores fueron despedidos, seiscientos pueblos se conviertieron en fantasmas y un millón de personas emigró hacia las capitales. Registrando historias y testimonios, entrevistando técnicos, magistrtados y funcionarios, el film construye un fresco de la decadencia de un país.
Según nos cuenta Solanas en la película, el ferrocarril no tiene reemplazo: es el único que puede llegar a destino en las peores condiciones climáticas. Es además, el medio de transporte más seguro, más barato y menos contaminante. Entonces, ¿por qué se desmanteló el sistema férreo, símbolo de la pujanza de un país?
Como recordamos, durante el gobierno de Carlos Menem, las empresas del estado se privatizaron con la promesa de modernizar sus servicios y brindar una mejor atención. Los trenes interurbanos fueron suprimidos, muchos pueblos quedaron aislados y el maltrato al pasajero se hizo norma.
La próxima estación es entonces no sólo la historia de un despojo. Y de un congelamiento. Como si a un país se le puediera poner “pause” y dejarlo en ese estado indefinidamenente. Hay una sensación de inmovilización, de quietud de muerte, en muchos pasajes del film. Quizá algo ya murió. O va a ser muy difícil resucitarlo.
En cuanto a Solanas es a la vez director y testigo de los sucesos que se narran en la película. Pero desde un y los hechos hablen por sí sólos.
El problema –ya ateniéndose estrictamente a lo formal- es que Pino fue siempre un cineasta muy limitado, de muy escasos recursos expresivos. Nunca pudo igualar una obra como La hora de los hornos (firmada con Getino), ni los filmes sobre el general Perón: La revolución peronista y Actualización doctrinaria para la toma del poder (ambos con el grupo Cine Liberación). Los Hijos de Fierro fue una película interesante, nada más.

Luego, sus películas de regreso del exilio no conformaron a quien esto escribe. Entonces, si bien Pino ha levantado la puntería con esta última saga sobre la encrucijada en que se encuentra el país, se percibe un desajuste ente fondo y forma, entre lo que se dice y cómo se dice, lo que -sumado a a uno que otro golpe bajo- termina mitigando parcialmente la potencia del mensaje.
Eduardo Chinasky

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